Needle Blog. Agosto 2015.
Para la delimitación de un espacio podemos pensar que la vista no es suficiente. El ojo como sensor verídico es problemático, ya ha sido discutido exhaustivamente en la teoría de la imagen –trompe l’oeil–, pero también el oído funciona en un área poco confiable. No tal vez por las mismas razones que la vista, pero por su naturaleza de fuera de campo. Paradójico es que justamente por esta cualidad de más allá que tiene el sonido, resultante en una imagen mental en movimiento, mutante, también podamos fijar espacios, resolver su arquitectura como una sustancia líquida que inunda un recipiente. El sonido revela más de lo que cuenta en un primer nivel: en si mismo contiene superficies, desniveles, materia, vacíos, temperatura, presencias, distancias y dimensiones formales, o también la fijeza y el movimiento. El sonido tiene una duración, es cuantificable, y a la vez indefinido, en cuanto transita lo temporal.
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